jueves, 28 de junio de 2018

Báltico

(De Fernando Antón)


Hace frío y nieva. En el horizonte solo pueden verse los copos caer, algunos árboles y la ruta que va cubriéndose de a poco. Dentro del auto se está bien. La calefacción prendida, Pearl Jam, y la charla amena sirven para mitigar la distancia y las horas viajadas. Se quieren. No llevan mucho tiempo queriéndose pero cada uno siente que está a punto de decir el primer “te amo”. Sí llevan mucho tiempo conociéndose, lo que supone en un principio que hay cierto margen de elección en el sentimiento tan fugaz y particular del amor.
Cada tanto paran a cargar agua caliente. Es difícil conseguir dispensers en Suecia pero se las arreglan con el agua casi hirviendo de la máquina de café o gracias a la buena voluntad de algunos suecos, inmigrantes o turistas que saben qué es un mate. Ser argentino en Europa es tener que explicar el mate. No tanto en los lugares más habituales. En España o en Italia no se hace presente la sensación de ser observado y escrutado. En otros países es bien distinto. En Portugal les habían dicho que “ahora la policía no estaba parando para preguntar” porque ya sabían lo que el mate era.
Lo interesante de los viajes es que comienzan pero no se sabe cuándo terminan. Pensaban eso. Decidieron irse a probar suerte porque acá los estaba corriendo el desempleo y la crisis económica. Desempleo y crisis económica. Palabras siempre presentes en toda crónica de argentinos en fuga. Ella decía que ser argentino es estar siempre huyendo de algo. Ella siempre huía. A él le gustaban los lugares cómodos, el abrazo a la noche en la cama, el conteo de los lunares. Podía quedarse a vivir en esos momentos.
Una excusa. Una beca para estudiar un cuatrimestre afuera los empujó. Él escribía crónicas que luego freelanceaba. Ella era camarera, cuidaba chicos, sacaba fotos, escribía. Así habían alquilado un auto en Suecia, mientras la E65 se cubría cada vez más de nieve.
Se reían mientras discutían teorías sobre la extinción de los dinosaurios. Glaciación, catástrofe climática, impacto de meteoritos, aliens, cualquiera de las alternativas fueron sopesadas y discutidas. Notaron que no había pájaros. Se preguntaron a dónde iban los pájaros suecos cuando llegaba el invierno. Luego recordaron que hay mayor similitud y compatibilidad entre las aves modernas y los dinosaurios. Hablaron de Saer, de Bolaño, de Houllebecq. Ella defendía Las Partículas Elementales por sobre El Mapa y el Territorio. Él Sumisión. Tenían ahí un punto de diferencia entre tanta similitud y afinidades electivas.
-Todo está en Las Partículas Elementales. ¿Habiendo tantos mundos, por qué solo explorar uno solo?- decía ella y eso lo fascinaba. Sintió amor la vez que la escucho decir que las coincidencias aparecen para abrir mundos, que funcionan para que haya algo nuevo a lo que prestarle atención. A partir de ese momento prestó más atención y la empezó a verla. Notó la manera de caminar, escuchó su risa, sintió su cercanía aun cuando no podían estar juntos. De una lectura de Wole Soyinka extrajo su frase de cabecera: moverse es estar en contacto con los dioses. Leyó eso el mismo día que la conoció.
Muchas veces ella se llevaba cosas suyas. Lo hacía cada vez que se retiraba, que huía. Así eran sus embestidas, como un oleaje. Tuvieron que aprender a ceder y esperar la calma, al igual que los marineros de esos pueblos pesqueros del Cantábrico. Quizás en ese desgaste, en la erosión fueron dándose la forma que hoy tienen. Hay una diferencia vital entre arriesgarse y ponerse en riesgo, entre elegir por qué cosas luchar, y por cuáles no, cuáles decisiones o caminos expresan deseo y valor, y cuáles hablan del miedo y la huida. En ese camino se quedaron con la primera variante, con decisiones que hablan del querer, de sus intenciones.
La ruta helada les permitía afrontar juntos momentos de soledad. Instantes en los que en silencio miraban hacia afuera del auto y se perdían en el paisaje nevado. Los esperaba el Báltico, luego de pasar por Ystad, por los lugares donde transcurrían las novelas de Henning Mankell, donde la Suecia idílica se convertía en real. El fin del camino.


No hay comentarios:

Publicar un comentario

Blog del taller de lectura y escritura creativa coordinado por Bárbara Alí y Roxana Molinelli

es único el cuerpo

(de Mónica Candia) Una vez más recorre rincones perdida mira el cielo busca miradas lo toma, lo balancea, lo llora golpea y ...